Dorothy Lawrence, periodista inglesa que se vistió de soldado en la I Guerra Mundial

Muchos lectores sabrán quién fue Catalina de Erauso, la Monja Alférez, una española del siglo XVII que se hizo pasar por hombre para enrolarse en el ejército y que combatió en la Guerra del Arauco. Pues bien, Inglaterra también tuvo una mujer que, simulando ser un varón y disfrazada de soldado, logró participar en la precampaña del Somme durante la Primera Guerra Mundial. Era periodista y su aventura merecía un final mejor que el que tuvo. Se llamaba Dorothy Lawrence.

El New Southgate Cementery es un camposanto situado en Brunswick Park, en el distrito londinense de Barnet (al norte de la ciudad). Creado en 1850 para compensar el cierre de los cementerios urbanos de Londres, originalmente estaba destinado, sobre todo a acoger entierros humildes y por eso apenas hay tumbas de personajes famosos, como sí tienen los de Highgate y Kensal Green. De hecho, probablemente sean los restos mortales de Dorothy los más populares y, sin embargo, no se pueden visitar en sentido estricto porque no se sabe en qué parcela fue enterrada; sólo que ocupa una fosa común.

Fue el epílogo de una historia que, como decíamos antes, no tuvo un final feliz, en cierta forma acorde a su comienzo. Y es que Dorothy era hija ilegítima y no conoció a sus padres, por lo que la adoptó un clérigo de la Iglesia Anglicana. Habría nacido en 1896 en la localidad de Hendon, que es un municipio del mismo distrito de Barnet en el que descansa en paz, por lo que parecía predestinada. Al menos eso dice una versión, la tradicional, pues otra más reciente no cambia la fecha de su llegada a este mundo pero sí el lugar, Warwickshire (un condado de West Midlands), y hasta aporta los nombres de sus progenitores: Thomas Hartshorn Lawrence y Mary Jane Beddall.

El New Southgate Cementery
En realidad, su parentesco no tiene relevancia para esta historia. Lo importante es que desde joven tuvo vocación por el periodismo y, si bien no pudo estudiar en la universidad, sí le las arregló para que el mismísimo The Times publicase algunos artículos suyos, lo que demuestra que no le faltaba valía. Es más, consiguió alcanzar cierto aprecio por su calidad, algo que la llenó de esperanza cuando estalló la Primera Guerra Mundial y quiso ser corresponsal de guerra, enviando esa propuesta a varios periódicos de Fleet Street (la calle de Londres donde tuvo su sede la mayor parte de la prensa británica hasta finales del siglo XX).

Pero una cosa era publicar los escritos más o menos brillantes de una señorita inglesa y otra arriesgarse a mandarla a informar de una guerra in situ, sin saber si sería capaz de aguantar aquellas condiciones y con el riesgo de que su trabajo resultara defectuoso y la información suministrada no estuviera a la altura de lo que esperaban los lectores. Por tanto, al no recibir respuesta, Dorothy tomó una segunda iniciativa más atrevida y se fue a Francia en 1915 para colaborar en el VAD (The Voluntary AID Detachment).

El VAD era una unidad civil de voluntarios que trabajaban como enfermeros y sanitarios para el ejército. Fundado en 1909 con la colaboración de la Cruz Roja y la Orden de San Juan, al empezar la contienda contaba con más de setenta y cuatro mil miembros encuadrados en dos millares y medio de destacamentos. La mayoría de sus integrantes eran mujeres de clase media y alta, poco
acostumbradas a la dureza de las condiciones bélicas, razón por la cual las
autoridades no las querían en el frente y les daban destinos en retaguardia.

Consecuentemente, Dorothy tampoco podía acudir a primera línea y optó por hacerlo por su cuenta, como corresponsal freelance. Tampoco ese intento le salió bien; la policía francesa la interceptó cuando ya estaba en Senlis, apenas a tres kilómetros de las trincheras, y le ordenó regresar a París. Fue entonces cuando tomó la gran decisión de su vida para demostrar, en sus propias palabras, «lo que una chica inglesa común, sin credenciales o dinero puede lograr»: cambiar su identidad, disfrazarse de “Tommy” (apodo del soldado británico de ese conflicto) e infiltrarse en la BEF (British Expeditionary Force) para compartir la misma experiencia que las tropas.

Un café parisino le sirvió para ganarse la confianza de dos soldados británicos y, junto con otros ocho que también se animaron a colaborar, convertirlos en sus «cómplices caquis», como los denominaría luego en un libro: cada uno le proporcionó una pieza del uniforme, evitando levantar sospechas. Ella, por su parte, llevó a cabo la labor de ocultar su aspecto femenino por otro masculino: se cortó el pelo -que hasta entonces le llegaba por la cintura-, aplicó crema de zapatos y un desinfectante (permanganato de potasio) a su cutis para oscurecerlo y hasta se raspó la piel para simular los daños del afeitado.

El cuerpo también necesitó de retoques, con un corsé casero a base de vendajes («como una momia», en sus propias palabras) que aplanaba su pecho y unas hombreras de arpillera que le daban un aspecto más robusto. Sólo faltaba aprender a moverse de forma más varonil y en eso volvieron a ser útiles los cómplices caquis, que la enseñaron a marchar al estilo militar. El último detalle de la impostura era conseguir una identidad legal, falsificando los papeles; y, así, Dorothy Lawrence pasó a ser el soldado Denis Smith, del Primer Batallón del Regimiento de Leicestershire.

Esa unidad tenía tres siglos de solera, pues se fundó en 1688, por lo que su historial de intervenciones bélicas resultaba copioso habiendo participado, entre otras, en la Guerra de Sucesión Española, y la Guerra de Independencia de EEUU. Ahora tocaba una contienda de escala mundial.

Los diversos batallones del regimiento fueron repartidos por cuatro destinos: Francia, Flandes, Mesopotamia y Palestina. El Primero, en el que quedaría encuadrado el falso soldado Smith, había desembarcado en septiembre de 1914 en Saint-Nazaire, como parte de la 16ª Brigada de Infantería de la VI División, para servir en el Frente Occidental, y avanzó hacia territorio flamenco. Entró en acción en el verano de 1915, en la batalla de Hooge, en el sector más oriental del famoso Saliente de Ypres.

Dorothy se dirigió en bicicleta hacia Albert, en el Somme, junto a Tom Dunn, un zapador al que conoció por el camino. Este improvisado compañero, minero de Lancashire, le facilitó una cabaña abandonada que había en el bosque de Chantilly, cerca de Senlis (en la región de Picardía, para que pudiera pernoctar en lugar de hacerlo en los alojamientos de la tropa, donde podía ser descubierta con facilidad.

Así, la intrépida periodista dejaba cada noche las trincheras para dormir en el suelo de aquella precaria casa («mi cuartel privado», la definió), aprovechando esas horas de soledad para desprenderse de su disfraz. Los cómplices caquis se encargaban de reunir algo de comida para ella.

También fue Dunn el que consiguió acercarla al frente, al darle un puesto como zapadora en la 179 Royal Engineers Tunneling Company, una compañía perteneciente a la 51ª División, dedicada a excavar túneles en tierra de nadie lo más cerca posible de líneas enemigas y obstaculizar así sus posibles cargas. Las condiciones eran durísimas, con los operarios trabajando bajo tierra en angostas galerías semi inundadas e iluminadas sólo con velas, en turnos rotativos de seis a doce horas. En suma, no era algo que pudiera hacer cualquiera y por eso el cuerpo tendió a alistar soldados que en su vida civil tenían el oficio de mineros.

Dorothy no lo era, de ahí que, aunque formase parte de la compañía, ejerciera otro tipo de labores menos exigentes, como se demostró documentalmente más tarde.

Tenía la ventaja de que los tuneladores gozaban de más libertad de movimientos que el resto de los soldados, lo que le facilitaba ir de un sitio a otro sin levantar sospechas. Aún así, estaba dentro de las trincheras, lo que también implicaba un contexto penoso y extenuante que le pasó factura a su salud.

Apenas habían pasado diez días desde su incorporación a la 179ª, lo que da una idea de lo que supondría el Somme exactamente un año más tarde. El caso es que se hacía inevitable que, tarde o temprano, Dorothy tuviera que recibir tratamiento médico, lo que implicaría el ser descubierta y dejar a sus amigos en una incómoda posición. Consciente de ello, decidió desvelar la verdad voluntariamente. Como es
lógico, la sospecha inmediata fue que era una espía, así que la arrestaron y trasladaron a Calais, donde tenía su sede el Tercer Ejército.

Allí la interrogaron una veintena de oficiales y hasta seis generales sin que nadie fuera capaz de entender qué hacía allí; no era espionaje, acordaron, pero entonces ¿qué? Sólo al final pareció imponerse la verdad y resultó casi tan inconveniente como si en realidad hubiera sido una agente.

Y es que no hablaba nada bien del mundo castrense que una mujer se hubiera infiltrado en sus filas, algo que, se temía, podría incentivar a otras a hacer lo mismo.

Por otra parte, lo que más preocupación generaba a los mandos era darle una estancia adecuada a una dama. Por esa razón, un juez militar mandó retener a Dorothy en Francia, en el Convento de Bon Pasteur, asegurándose así de que si había obtenido información confidencial no podría revelarla, medida reforzada con la exigencia jurada de no poder contar su experiencia. Así permanecieron las cosas hasta septiembre de 1915, tras la batalla de Loos, en que fue repatriada a Inglaterra.

El verdadero aspecto de Dorothy Lawrence, en una fotografía datada en torno a 1910.

El paso del Canal de la Mancha lo hizo a bordo de un ferry en el que coincidió con Emmeline Pankhurst, líder del movimiento sufragista, que regresaba de una estancia en París y había pedido a las militantes del WSPU (Women’s Social and Political Union) que interrumpieran sus acciones de protesta mientras durase la guerra y animaba a apoyar a las tropas, al considerar que Alemania era un peligro para la Humanidad. Pankhurst alentó a Dorothy a narrar su odisea públicamente e incluso le ofreció hacerlo en uno de sus mítines.

Ella probó escribiendo en una revista ilustrada mensual de Londres llamada The Wide World Magazine, especializada en viajes y aventuras (colaboradores suyos fueron Arthur Conan Doyle, Henry Morton Stanley y Alexander Kent, entre otros).

Pero no pudo pasar de ahí; los artículos sobre el tema y el proyecto de publicar un libro fueron rápidamente bloqueados por la War Office (Oficina de Guerra, departamento gubernamental encargado de la administración del ejército desde 1857, germen del Ministerio de Defensa).

La Oficina de Guerra invocó la Defence of the Realm Act (Ley de Defensa del Reino) promulgada en 1914 y que daba amplios poderes al gobierno para censurar cualquier información que «pudiera causar descontento o alarma entre las fuerzas de Su Majestad o entre la población civil», de manera que la periodista tuvo que aplazar su libro hasta 1919, una vez terminada la Primera Guerra Mundial. Lo
tituló Sapper Dorothy Lawrence. The only English woman soldier («Zapadora Dorothy Lawrence. La única mujer soldado inglesa») y obtuvo buenas críticas, no sólo en Inglaterra sino también en Australia y América.

Lamentablemente, a la Defence of the Realm Act la sucedió en 1920 la Emergency Powers Act (Lay de Poderes de Emergencia), que constituía una nueva herramienta para que la Oficina de Guerra pudiera continuar censurando: fruto de ello, la obra de Dorothy quedó recortada en buena parte y terminó siendo un fracaso comercial. Eso significó perder definitivamente su esperanza de ganarse la vida como escritora, pero también como periodista. Requirió atención psicológica y fue internada en varios centros, hasta el punto de que su nombre se usaba como sinónimo de cualquier institución mental.

Falleció el 4 de octubre de 1964, a a la edad de sesenta y ocho años. Como decíamos al comienzo, fue enterrada en una tumba sin nombre, sin dejar familia ni apenas fotos. Pero quizá la habrían consolado dos cosas: saber que también allí fueron inhumados numerosos excombatientes de las dos guerras mundiales y que el Imperial War Museum reivindicó su nombre en la exposición que organizó por el
centenario de la Primera.

Fuentes

  • Sapper Dorothy Lawrence. The only English woman soldier. Late Royal Engineers
    51.ª Division 179.º Tunnelling Company BEF (Dorothy Lawrence)/
  • Dorothy Lawrence: the woman who fought at the front (Jen Newby en Writing Women’s
    History)/She fought on the Somme disguised as a Tommy, so why did Dorothy die
    unloved and unlauded in a lunatic asylum
  • Incredible story of the only British woman to fight in the trenches (Sarah Oliver en The Daily Mail)/Wikipedia